AN INTERNATIONAL LIFESTYLE BLOG

View Original

Camping - Acampando

Campsite at night.

-Why doesn’t anyone like to play video games with Scouts?

-Because they’re good at camping.

The Genevan philosopher Jean-Jacques Rousseau called pleasant idleness “dolce far niente.” I had not felt such idleness in years until last week. I went camping with my son’s Scout Troop and on that Friday afternoon, after I had finished setting up my one-woman tent in record time (compared to the Scouts), I rested on a lounge chair. My chair underneath a tree gave me a clear view of the tall trees and all the green flora. Since another mom was in charge of dinner, void of responsibility, the sound of the water rushing down the river lulled me to tranquility. Unlike the river, I was in no rush. Quiet, immobile, pensive, and happy, I relished in profound peace and abundant bliss. “When is the next campout?” I asked myself and chuckled.

It rained that night, but my tent kept me dry and warm. The river ran chaotic and fast next to me, but I slept. The following morning was bright and hot. I made some oatmeal and watched the kids struggle to make odd-shaped pancakes and runny eggs, but since I was to abstain from interfering in their learning experience, I looked up at the hill we were about to hike. After breakfast, we each prepared our sunscreen, hat, water, and mosquito repellant to conquer ourselves in nature. The hike was pleasant, but what made it hard were the buckets of sweat, the endless mosquito bites, and the few extra tired Scouts who thought they couldn’t complete the 8K hike. We saw mountains, forests, palm trees, gum trees, a tiny house, the construction of a large house, a few monkeys, and more of the river that ran through our campsite. We made it though —the walking dead arrived in time for lunch.

We had not finished eating when a storm came through. The river overflowed, but our tents were intact; only the mud increased. The Scouts made a fire that night; the headmaster and I made a brownie cake in the cast iron Dutch oven. As you can guess, there were no leftovers.

Before retiring to my tent that night, I watched the monkeys swing from branch to branch on the opposite side of the river praying they wouldn’t cross it. I slept well because the monkeys didn’t cross the river; it didn’t rain either. I woke up before the alarm thinking about home.

I said goodbye to idleness until next time.

-¿Por qué a nadie le gusta jugar video juegos con Scouts?

-Porque son buenos para acampar (camping).

El filósofo genovés Jean-Jacques Rousseau llamó al ocio placentero “dolce far niente.” No había sentido tal placer en años hasta la semana pasada. Fui a acampar con la tropa de Scouts de mi hijo y esa tarde del viernes, después de haber instalado mi casa de campaña en tiempo récord (comparado a los Scouts), descansé en un sillón (lounge chair). Mi sillón estaba debajo de un árbol y yo tenía una vista clara de los árboles altos y toda la flora del lugar. Como otra mamá estaba a cargo de la cena, falta de responsabilidad, el sonido del río me tranquilizó. Contraria al río, yo no tenía prisa. Quieta, inmóvil, pensante, y feliz, disfruté de una paz profunda y una felicidad egoísta, solo para mí. ¿Cuándo será el próximo campamento? Me pregunté a mí misma y sonreí.

Llovió esa noche, pero mi casa de campaña me mantuvo seca y sin frío. El río corría caótico después de la lluvia, pero yo dormía. La mañana siguiente fue brillante y caliente. Me hice avena y observé a los chicos tener dificultad al hacer su desayuno, pero como tenía que abstenerme de ayudarles porque tienen que aprender, solo admiré la loma que teníamos que subir en un rato. Después del desayuno, cada quién se preparó con su crema de protección contra el sol, sombrero, agua, y repelente contra los mosquitos para conquistarnos a nosotros mismos en una caminata de 8 kilómetros. Vimos montañas, bosque, palmeras, árboles de goma, una casa pequeñísima (dos cuartos), una casa grande en construcción, unos cuantos monos pasando de una rama a la otra, y otra parte del río que pasaba por nuestro campamento. Lo logramos y regresamos a nuestra base medio muertos a la hora del almuerzo.

No habíamos terminado de comer cuando una tormenta empezó a inundarnos. El río creció pero no llegó hasta nuestras casas de campaña, solo aumentó el lodo. Los Scouts hicieron una fogata esa noche y el director y yo hicimos un pastel de chocolate en el horno de metal sobre la lumbre. Como pueden imaginarse, no sobró nada.

Antes de retirarme a mi cama esa noche, ví como los monos se pasaban de un árbol a otro de rama en rama, recé para que no cruzaran el río. No lo hicieron y tampoco llovió. Desperté antes de que la alarma sonara pensando en la ida a casa.

Le dije adiós al descanso prometiendo volver pronto.