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Tennis & Delphi

This week, I want to talk about self-love while motherhood takes me to tennis practice and social commitments take me back to a past memory.

Two Saturdays ago, the city was under a blanket of dense fog, the top of the Petronas Towers was invisible and the other building’s acorn-like top that I usually see from my gate was hidden. The tolerable light rain arrived before 10:00 a.m. and while I killed time sitting on the bleachers by the tennis courts, I observed the raindrops hang on tight to the railing. Once I lifted my eyes and watched beyond the raindrops, I saw the tennis ball dance back and forth. One of the players was a 13-year-old girl. She was poised and confident; there was an elegance about her that I applauded with a smile. She reminded me of a girl in my son’s Tae Kwan Do class who would ceremoniously raise her right arm straight into the air and then tap the back of her left shoulder at the end of her routine. Her solo display of self-praise used to make me chuckle, but it stayed with me. The other morning, I had a mom dilemma—my inability to split in two to be at home and at my son’s school at the same time—so I consulted with my 9-year-old daughter and she gave me the most appropriate solution. My issue was resolved and I thanked her. Girls who embody fearlessness and a strong sense of self are quite inspiring.

I must admit, the Tennis player’s elegance rubbed off on me. That night I was to attend a “Roaring 20s” party so I put on my flapper dress, my black stockings, and my brand-new shoes. I also did my make-up, curled my hair, and added a feather to my hairdo. I looked and felt like a time traveler. Since I know how happy dancing makes me, I danced to my heart’s content. I was even complimented on my dancing style; it made me happy to know I haven’t lost my moves. Ages ago, during a semester abroad, the morning after a night of supervised clubbing, one of my professors said, “I didn’t recognize you without the dance floor.” I smile as I write this. This said nightclub was in Delphi, Greece. Delphi is the town where the Greek Oracle held the answer to all the questions in the world. It is the same answer Neo was given by the lovely lady baking chocolate chip cookies referred to as “The Oracle” in The Matrix. Do you remember? “Know Thyself.”

To know ourselves is a life-long endeavor, but if all girls were to grow up with their self-confidence intact, surrounded by love, affection, and encouragement, all of them would succeed. Unfortunately, we are aware girls and women suffer all kinds of setbacks so, let’s protect our girls and keep them strong so that the obstacles in life and the bad intentions of others do not chisel away at their magnificence.

In regards to us moms and women in general, we must hold sacred the self-knowledge we possess and continue through life with elegance, sophistication, dignity, and fantasticality.*

I’ve shared pictures of the rain and the dance at the bottom of this entry.

‘Til next time,

M.

*Term used by Virginia Woolf in A Writer’s Diary.


Tenis & Delfos

Esta semana les quiero hablar del amor propio mientras mis responsabilidades maternas me llevan a la práctica de tenis y las responsabilidades sociales me transportan al pasado.

Hace dos sábados, la ciudad estaba bajo una cobija gruesa de niebla, las antenas de la Torres Petronas estaban invisibles, incluso el tope de la otra torre que puedo ver desde el portón de mi casa estaba escondido. La lluvia tolerante empezó a caer antes de las 10 de la mañana y mientras mataba un poco de tiempo sentada en la banca junto a la cancha de tenis, observé las gotas de agua colgadas del pasamanos. Cuando alcé la mirada y vi más allá de la gota de agua, vi la pelota de tenis bailar de un lado a otro. Uno de los jugadores era una jovencita de 13 años. Jugaba con confianza y facilidad; poseía un aire de elegancia que aplaudí con una sonrisa. Me recordó a otra niña en la clase de Tae Kwan Do de mi hijo que ceremonialmente alzaba su brazo derecho al aire y luego se tocaba el hombro izquierdo al final de su rutina. Su forma de felicitarse me hizo reír discretamente en el momento, pero su gesto se quedó conmigo. El otro día por la mañana tenía un dilema de mamá, esos de querer estar en dos lugares al mismo tiempo, entonces lo consulté con mis hijas y una de ellas me dió la mejor solución posible que no había considerado. En fin, el problema se solucionó y le agradecí su respuesta racional y práctica. Las niñas y jóvenes que demuestran un fuerte sentido de sí mismas me inspiran.

Debo admitir que me contagié de la elegancia que la chica demostró mientras jugaba tenis. Esa noche tenía una invitación a una fiesta estilo 1920s. Me puse mi vestido negro estilo flapper, mis medias, mis zapatillas nuevas, y mi maquillaje. Me peiné y hasta me puse una pluma en mi cabello, me veía y sentía como si hubiera viajado por un túnel del tiempo. Como sé lo tan feliz que me hace bailar, bailé hasta cansarme. Alguien me elogió por mi estilo de bailar; me dió gusto saber que no lo he perdido. Hace años, cuando estaba en la universidad, viajamos a Europa durante un semestre y en una de esas excursiones fuimos a un antro y la mañana siguiente el profe me dijo que no me reconocía sin la pista de baile. Me emociono mientras escribo esto. Bueno, el antro estaba en Delfos, Grecia. Delfos es el lugar donde el oráculo profesaba que la única respuesta para las preguntas del ser humano era la misma que Neo recibió de la señora haciendo galletas en The Matrix. ¿Se acuerdan? “Conócete a ti mismo.”

Conocerse a sí mismo es algo que dura toda una vida, pero si todas las niñas crecieran con su amor propio intacto, rodeadas de amor, afecto, y estímulo, todas fueran exitosas. Desafortunadamente, sabemos que muchas niñas y mujeres sufren todo tipo de contratiempos, entonces nuestro deber es protegerlas y mantenerlas fuertes para que los obstáculos de la vida y las malas intenciones de otros no les dañe su grandeza. En cuanto se refiere a nosotros como mamás y mujeres en general, debemos de mantener sagrada la sabiduría que hemos acumulado hasta hoy y continuar por el resto de nuestra vida con elegancia, sofisticación, dignidad, y fantasticalidad.*

Aquí les dejo imágenes de la lluvia y el baile.

Hasta pronto,

M.

*Termino usado por Virginia Woolf en Diario de una Escritora.